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La mirada de Carlos Soria Galvarro, a medio siglo de la guerrilla de Ñancahuazú

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miradasEl periodista e historiador boliviano Carlos Soria Galvarro visitó la redacción de Correo del Alba en La Paz para relatar los pormenores, vicisitudes, desafíos y problemas en estos casi cincuenta años de investigación sobre la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que en este país suramericano encabezó el comandante Guevara, entre 1966 y 1967.

Soria Galvarro llegó, se sentó, pidió un café y comenzó a hablar apasionadamente, pero tranquilo y pausado, acerca del cómo y el, o los, porqué de su dedicación al tema a lo largo de estos años. “Se trató y se trata de un compromiso generacional. Viví de cerca los acontecimientos, ya que militaba y era dirigente de la Juventud Comunista. Conocía a la mayoría de los compañeros bolivianos que se incorporaron a la guerrilla. Participé en los debates y entretelones de aquél proceso; y mi inquietud de estudiante en la carrera de Historia de la Universidad me vinculó, desde muy temprano, a la búsqueda de información, especialmente documental. Después dejé aquellos estudios formales y me dediqué al periodismo, pero, ciertamente, quedé impregnado por la investigación histórica; por eso yo me considero un periodista inclinado a indagar, estudiar e investigar los temas históricos”, explicó a modo de presentación, mientras el café se mantenía en el mismo lugar, y se enfriaba.

El periodista e historiador tiene una larga trayectoria que lo abala como tal en el medio local, y se destacan sus artículos sobre la mina Siglo XX, lugar donde hizo sus primeras armas como reportero, cronista, investigador del hombre presente, como periodista con todos los atributos de una profesión, por cierto tan admirada por el propio Che, porque cuando se recuerda al Guerrillero Heroico una y otra vez clama la memoria en recuerdo de una acto fundante de Nuestra América, del Che fue la iniciativa que derivó en la creación de la agencia Prensa Latina, la primera experiencia periodística pensada en latinoamérica.

Pero sigamos con nuestro entrevistado. Reportó la fuga de los presos políticos de la Isla de Coatí durante la dictadura de Hugo Banzer, en 1972, y trabajó en Canal 7 cuando la democracia retornó a Bolivia en 1982. Uno de los hechos noticiosos que más impacto generó en su carrera fue la cobertura de la expulsión de Bolivia del criminal de guerra nazi Klaus Barbie, conocido como el “Carnicero de Lyon”, aquél alto oficial de las genocidas SS y jefe de la Gestapo en la Francia ocupada por los alemanes entre 1942 y 1944. A la par de todos esos trabajos y las interminables horas de reportajes, ediciones y redacciones, la guerrilla del Che en Bolivia fue otra de las investigaciones que lograron desvelar y apasionar su pluma periodística e inconfundiblemente boliviana.

“Viví de cerca los acontecimientos, ya que militaba y era dirigente de la Juventud Comunista. Conocía a la mayoría de los compañeros bolivianos que se incorporaron a la guerrilla”.

Ahora sí, le dedica unos segundos al pocillo de café y relata cómo empezó su trabajo investigativo hace casi cinco décadas. “Hubo una primera etapa que fue principalmente heurística, que se inició en la época de los acontecimientos. Logré acumular información, en algunos casos no inédita, pero muy parecida a lo inédito, porque es muy difícil de hallar”, quien de forma alguna pudo eludir un dato de nuestra realidad continental: nada es simple, nada es lineal, en agosto de 1971 otra vez una dictadura militar llegaba a Bolivia para secuestrar, desaparecer e implementar un modelo político y económico ajeno a las mayorías.

Por supuesto, ese golpe de Estado atentó contra la investigación de Soria Galvarro. Fue perseguido fuertemente por el Ejército, allanaron su casa en varias oportunidades y entre cárcel, torturas y posibilidad de muerte debió exiliarse en México. Respecto de las dificultades que tuvo que atravesar para conservar el material reunido sobre la guerrilla del Che, recuerda: “logré conservar en una caja de cartón los documentos que había reunido. En los allanamientos perdí muchos libros, de todo; acometieron un verdadero saqueo del material escrito, pero esa caja donde yo guardaba los documentos se fue salvando gracias a la ayuda de la familia”.

Con el restablecimiento de la democracia, en 1982, también tiene lugar el regreso de Soria Galvarro a su patria y es a partir de ese momento que la investigación toma un giro determinante. Comienza a publicar parte del material que había acumulado por años y que se habían salvado de las botas de los grupos de tareas. Es entonces cuando descubre que toda la documentación reunida “tenía su valor”, aunque las dudas reinaban, producto de las dificultades económicas y los miedos a un fracaso editorial. Finalmente y para beneficio de la memoria de América Latina y el Caribe, de sus gentes, de sus luchas, Soria Galvarro se animó y a principios de la década de los 90 publicó sus investigaciones en cinco volúmenes.

“Empecé con un libro sobre el tema más debatido en Bolivia: la relación del Partido Comunista Boliviano (PCB) y la guerrilla. Luego sacamos prácticamente un volumen por año y finalmente llegamos a los documentos del Che que estaban guardados en las bóvedas del Banco Central”, recordó el entrevistado.

Vale destacar que los documentos de “El Diario del Che en Bolivia”, “El Diario de Pombo” y una libreta con anotaciones habían sido robadas del Estado Mayor, negociados y a punto de ser subastados por la famosa casa de remates especializada en arte y objetos históricos Sotheby, de Londres. Luego de una batalla diplomática entre Bolivia y Gran Bretaña ese material regresó a La Paz para quedar depositado nuevamente en la bóveda del Banco Central, por más de 30 años.

“‘El Diario del Che en Bolivia’, ‘El Diario de Pombo’ y una libreta con anotaciones habían sido robadas del Estado Mayor, negociados y a punto de ser subastados”.

Soria Galvarro destaca la importancia de esos materiales recuperados para dilucidar la importancia que Guevara le otorgaba a la lectura y a la formación teórica. “En el diario del Che de la agenda alemana hay cinco páginas dedicadas a un registro de 106 libros. En la mochila de él se encontraron cinco textos: uno boliviano ‘Historia económica de Bolivia’, de Luis Peñaloza; uno sobre trigonometría; otro referido a la lengua francesa y el ensayo sobre las teorías del capitalismo contemporáneo, de Lev Vygotski”, puntualiza el periodista.

El proyecto guevariano

Soria es el investigador de mayor importancia de Bolivia en lo que respecta a la guerrilla del ELN del Che Guevara. Sus reflexiones en diálogo con Correo del Alba, cobran una marcada relevancia: “Argentina fue una aspiración a la que jamás renunció el Che; pero el proyecto en sí no era exclusivamente para su país. Hay demasiados indicios y evidencias de que se trataba de un proyecto de carácter continental y que se instaló en Bolivia por las características geoestratégicas, entre ellas la vecindad del mismo con otras áreas de la región”.

En ese orden de temas, nuestro entrevistado abundó: “Hasta mayo de 1966 se encuentran pistas de que su atención principal estaba dirigida hacia Perú. Por otro lado, aunque en los datos que revelan las relaciones que tenían Fidel Castro y el Che con el secretario general del PCB, Mario Monje, aparece el tratamiento del tema de apoyos para pasar a la Argentina, pudimos constatar que, según los documentos, entre mayo y julio de aquél año se decidió que los esfuerzos principales radicarían en Bolivia”.

Sobre el actuar de la vida guerrillera del ELN, el intelectual relató: “Se produjeron dos deserciones que pusieron un poco al desnudo los preparativos y frenaron el comienzo de las acciones. Estamos hablando de 52 combatientes que paulatinamente se van reduciendo en número hasta los 48. Además, en las primeras acciones se nota que algunos compañeros no estaban lo suficientemente preparados para asumir sus responsabilidades y fueron dados de baja”.

“Las primeras patrullas militares que van a buscar al ELN, no estaban construyendo un camino, como informó mentirosamente el Gobierno, sino que estaban alertas y en son de guerra; y ahí se produjo la primera emboscada, el 23 de marzo de 1967”, relata el periodista e historiador de uno de los momentos clave de la historia latinoamericana del siglo XX.

Para el escritor, la elección de Ñancahuazú se debió a “que era una zona despoblada, quizás un atractivo por la cercanía con Argentina porque hay áreas terriblemente inhóspitas y de difícil circulación por la frontera”.

“Hay demasiados indicios y evidencias de que se trataba de un proyecto de carácter continental y que se instaló en Bolivia por las características geoestratégicas”.

Siguiendo esa línea, nos asegura de la existencia de “la creencia de que la guerrilla se puede establecer lejos de lo núcleos urbanos para pasar luego a otras zonas de operaciones, a la región llamada Puerto Breto, que no existe en Bolivia. Es Puerto Greter, una población en las puertas del Parque Amboró, en Santa Cruz, que de alguna manera es una entrada al estratégico Chapare. Inclusive en alguno de los escritos del Che aparece la posibilidad de un segundo frente allí”, deduce el periodista, para explicar la presencia de la guerrilla en esa zona antes de ser capturada, torturada, asesinada y desaparecida.

El rol de la clase obrera boliviana

Nuestro entrevistado también se refirió a la masacre de San Juan, el 24 de junio de 1967, un hecho contemporáneo con la guerrilla del Che y al que consideró como un “acontecimiento ignorado o subestimado por los investigadores”.

“Barrientos ejecuta un plan diseñado por Estados Unidos tendiente a liquidar los focos de resistencia mineros, particularmente en el norte de Potosí; consideraba que en los centros mineros se gestaba una base de apoyo a la guerrilla. La masacre es una medida preventiva ejecutada por sorpresa. En Bolivia hay unas cadenas de acontecimientos de masacres contra los trabajadores, pero por lo general eran una acción, una marcha, una manifestación, una demostración de fuerzas que choca con la Policía y con el Ejército. San Juan no es nada de eso, es un operativo sorpresa la noche del 24 de junio, es una fecha además de tradicional festejo a partir de las fogatas y de los tragos, entonces la tropas de seguridad se embarcan en un ferrocarril en una parte alta y bajan todavía oscuro y empiezan a disparar contra toda la gente, 26 muertos. Sólo en la masacre de San Juan hay más muertos que en todos los enfrentamientos que hubo durante la guerrilla”.

En ese sentido, Soria Galvarro narra como antecedente de la masacre de San Juan a los sangrientos sucesos de 1965 y afirma: “El sector minero era el único capaz de enfrentar a la dictadura de Barrientos. Hay que recordar que en 1965 hubo un retroceso de la Revolución boliviana de 1952, y con el golpe un retorno de la restauración, como los propios militares lo definieron. En 1965 hay dos fechas claves, entre mayo y septiembre, donde se dictan una serie de decretos para reorganizar la minería, expulsar y disolver las organizaciones sindicales. Se rebajan los salarios de los trabajadores mineros hasta un 40% y se desató una ola de violencia extrema. En mayo, el llamado ‘cordón obrero’ de La Paz fue ametrallado con aviones, algo espantoso que en septiembre se repite, sobre todo en la mina Siglo XX, cuando un dirigente que estaba clandestino es apresado: los trabajadores espontáneamente intentaron rescatarlo de la policía civil y se produce una refriega en la que interviene el Ejército y la propia Policía, dejando 82 muertos y 200 heridos en Llallagua”.

“Los preparativos del Che en Bolivia se hicieron al margen del PCB y del propio Monje, porque no había confianza en él y no se le revelaron cuáles eran los verdaderos planes”.

Pero, a pesar de no haber existido “un contacto orgánico, ni una relación establecida hay una simpatía natural de los trabajadores con la guerrilla del Che”, señala Soria Galvarro, para a continuación destacar: “Hubo un grupo de mineros incorporados en la guerrilla, como Moisés Guevara, Simeón Cuba, Wálter Arancibia, Huanca, Víctor Gallegos y por lo menos 5 o 6 más”.

Discrepancias entre Guevara y Monje

Otro de los puntos sobresalientes de la entrevista refiere al rol jugado por el secretario general del PCB, el ya mencionado Monje, y si éste o el partido traicionaron o no a la guerrilla. En este punto el entrevistado señaló: “hay que establecer que había conceptos y visiones diferentes, yo que viví ese proceso lo puedo atestiguar. Nunca descartamos la lucha armada, pero jamás nos habíamos imaginado que podría ser en su forma guerrillera. No sólo porque teníamos el antecedente de la Revolución rusa de octubre, sino porque además teníamos la experiencia con la insurrección del 9 de abril de 1952. Nos inclinábamos a pensar que la posibilidad de un proceso de cambio, un vuelco, se iba a dar en las ciudades y con apoyo del sector minero”.

Y subrayó sobre el polémico tema: “en ese entonces las direcciones campesinas estaban cooptadas y en las acciones de 1963, durante el gobierno de Paz Estenssoro, se organizaban grupos campesinos que amenazaban a los mineros, manipulados por el MNR y por el Pacto Obrero Campesino. En ese momento no se podía intuir una participación activa de la masa campesina en acciones políticas de gran alcance o profundidad. Hay un antecedente que no se puede soslayar: pese a tener visiones distintas, el PCB colaboró con proyectos guerrilleros en Argentina y Perú. Los preparativos del Che en Bolivia se hicieron al margen del PCB y del propio Monje, porque no había confianza en él y no se le revelaron cuáles eran los verdaderos planes. Monje se escuda en ello y se compromete a apoyar proyectos para el Sur o el Oeste, pero no aquí, en Bolivia”.

“Sólo en la masacre de San Juan hay más muertos que en todos los enfrentamientos que hubo durante la guerrilla”.

“Monje se dio cuenta que los objetivos iban por otro lado, reclamó y, finalmente, se realiza la entrevista del 31 de diciembre donde se manifiestan las diferencias. Hubo un segundo intento de acuerdo a través de una carta que el PCB manda a Fidel, en conversación con otros dos dirigentes, acerca de la posibilidad de iniciar conversaciones con la guerrilla, pero ese diálogo no se produce porque los acontecimientos se desencadenan y no hay ningún contacto. La guerrilla, durante los nueve meses siguientes, no tuvo ni un sólo contacto y estuvo aislada”.

Los asesinos del Che

Sobre la acción precisa en la que asesinan al Che, nuestro entrevistado consideró que la cuestión de quién fue el responsable de impartir la orden de matarlo no está bien esclarecida, y explica: “hay muchos indicios que apuntan a una decisión inspirada por la inteligencia estadounidense. Podría ser que ya fuese una decisión tomada de antemano y los militares bolivianos lo único que hicieron fue cumplir con esa orden, o que sabían de esa decisión y se apresuraron en tomarla, para quedar bien con Estados Unidos”. Pero como advertimos antes, en Nuestra América nada es lineal y por eso Soria Galvarro refiere una segunda hipótesis: el asesinato del Che consistió en una decisión autónoma del ejército boliviano y para “justificar el crimen dijeron que no existían en Bolivia las condiciones para hacer un juicio público al Che Guevara; y por ello lo fusilaron”.

Por último, el periodista insiste en la importancia de realizar una gran campaña de recuperación documental en Bolivia, con el objetivo de rescatar, conservar y permitir la investigación histórica en este y otros casos. Es por ello que se pregunta: “¿Cuánta riqueza documental todavía existe sobre la guerrilla del 67?”; y se responde: “Los investigadores deberíamos unirnos para sensibilizar a las instituciones, opinión pública y las autoridades, a fin de que se despliegue de una vez por todas esa campaña de recuperación documental”.

“Hasta mayo de 1966 se encuentran pistas de que su atención principal estaba dirigida hacia Perú”.

Este 9 de octubre no es ni será un 9 de octubre más. Se cumplen 50 años del asesinato del comandante Ernesto Che Guevara en La Higuera, cobardemente ejecutado por los soldados del dictador boliviano René Barrientos.

Mientras tanto, como hace cinco décadas, ese rincón de la tierra boliviana donde asesinaron al Che volverá a ser noticia mundial, cuando allí se encuentren sus familiares y sus compañeros del ELN, movimientos sociales, políticos, sindicales y estudiantiles, con un objetivo: saludarlo, una vez más, ¡Hasta la victoria siempre!

Viernes 20 de Octubre de 2017

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