Cuando parece que ya está todo dicho, que ya no queda nada por revelar y debatir sobre la guerrilla del Che en Bolivia, surgen nuevas interrogantes y cuestionamientos, testimonios contradictorios y apreciaciones contrapuestas. El tema parece de nunca acabar. En la medida en que nos aproximamos al medio siglo de los sucesos, los actores directos son cada vez menos, y sus recuerdos cada vez más difusos. De ahí la mayor importancia que cobra la documentación primaria, aquella que se produjo en el fragor de los mismos acontecimientos. Por ello vengo proponiendo una campaña por la recuperación de documentos y la apertura de los archivos, cuyas metas serían más o menos las siguientes:
— Rescate de material histórico documental de manos privadas y su traslado a repositorios públicos (por ejemplo fotografías tomadas por los mismos guerrilleros; el archivo completo del Juicio de Camiri, que está extraviado; algunos diarios personales tanto de guerrilleros como de oficiales bolivianos; correspondencia e instructivos militares y otros).
— Acceso a los archivos de las Fuerzas Armadas, interpretando y modificando, si fuera necesario, la normativa legal al respecto (hasta ahora solo se ha permitido dicho acceso a investigadores militares).