Una antigua costumbre de Ernesto Guevara de la Serna, incluso antes de ser el Che, era registrar por escrito sus andanzas en el mundo. De ese modo tenemos el llamado Diario de motocicleta sobre su primer viaje por América Latina; su diario Otra vez, de su segundo viaje iniciado en dirección a Bolivia en julio de 1953; y sus diarios de las campañas bélicas en las que participó: Cuba, Congo y Bolivia. Siendo apenas apuntes escuetos del acontecer cotidiano, no destinados a publicarse, los dos primeros le sirvieron, sin embargo, para montar relatos más detallados y reflexivos, conocidos como Pasajes de la guerra revolucionaria.
Su diario de Bolivia, ya se sabe, no pudo alcanzar ese final. La vida del Che acabó aquí, y mientras sus restos permanecían en una fosa común, su diario recorrió los caminos más azarosos e inverosímiles. A pocos meses de su muerte, cuando autoridades bolivianas negociaban un monto millonario para permitir su publicación por editoriales extranjeras, copias fotostáticas del documento llegaron a Cuba y permitieron una resonante publicación simultánea en varios países. A partir de entonces, julio de 1968, ha sido publicado y traducido innumerables veces y sigue atrayendo multitud de lectores.