Hugo Moldiz Mercado, egresado de la Facultad de Ciencias Jurídicas, ejerce el periodismo en la redacción de "Ultima Hora" y ha sido colaborador del Semanario "Aquí". Dirigente nacional del PS-1 en los últimos años, actualmente es miembro de Patria Socialista Multinacional, un intento unitario de algunos grupos bolivianos de izquierda.
1. Sin comentario. Sólo tenía tres años, en 1967.
2. Intentaré puntualizar las causas que en mi criterio determinaron el fracaso de la irrupción guerrillera en 1967.
a) Las "ilusiones ideológicas" del campesinado. Poco después del triunfo de la revolución cubana, Che Guevara saca tres aportes para la lucha de los pueblos de América Latina, entre los que destaca que el movimiento campesino es la base social fundamental sobre la que debe asentarse la lucha guerrillera.
En este continente, además de la contradicción clasista cuya manifestación tiene rasgos particulares por el carácter dependiente del capitalismo, hay que sumar la situación de postración, miseria y hambre a la que están condenados los campesinos y los pueblos originarios, víctimas del capital y de nuevas formas de colonialismo interno a las que recurren las clases dominantes.
Si bien el problema de la tierra no había sido resuelto en el continente, países como México y Bolivia atravesaron por reformas agrarias profundas. Esta situación nos permite comprender las razones que determinaron una más rápida aproximación, en ese momento, entre los campesinos y las Fuerzas Armadas, que entre ellos y la columna guerrillera del Ejército de Liberación Nacional.
Los guerrilleros ofrecían a los campesinos algo que estructural aunque deformadamente, el MNR les reconoció en 1953: la tierra.
Los campesinos percibían, al influjo de esa revolución nacional, que el MNR era su partido y que las Fuerzas Armadas, les garantizaban su tenencia de la tierra.
b) Espontaneismo proletario. En una línea más o menos próxima, el proletariado, principalmente minero, seguía orientando su accionar en función de la ideología dominante creada por la revolución del 52.
El proletariado no terminaba de llegar a la conclusión de la necesidad y la posibilidad de hacer política al margen del Estado y del sindicato. Su inclinación para-estatal, que todavía se percibe hoy en plena época del neoliberalismo, era uno de sus rasgos centrales en esos momentos. El movimiento proletario aprobó una tesis socialista muchos años antes de la revolución del 52, pero su forma de hacer política, organización y práctica cotidiana, se movían bajo la influencia del "nacionalismo revolucionario".
La tradición "espontaneista" del movimiento proletario impidió entender ese momento, quizá ahora siga sucediendo lo mismo, la necesidad de articular un movimiento armado, bajo la forma de ejército irregular, primero, regular, después, para destruir el Estado burgués y colonial.
c) La ausencia de un partido o movimiento político de masas. A pesar de existir dos partidos marxistas en la Bolivia post-52, ellos jamás pudieron articularse al movimiento obrero y popular con la fuerza indispensable para influir en el curso de sus luchas, entre otras cosas por la marcada influencia, ya hemos dicho, de la ideología del "nacionalismo revolucionario". Si a esto añadimos la nefasta actuación del Partido Comunista de Bolivia en los momentos previos y posteriores al inicio de la lucha armada, nos encontramos con un aislamiento casi absoluto de la columna guerrillera; cerco que, vaya paradoja, se va rompiendo sólo después de su muerte del Che.
El PCB y el POR asumen, con diferencias sustanciales por cierto, la insurrección como la línea central militar y descartan, o al menos relativizan, la guerra de guerrillas.
Esta concepción, no cabe duda, difiere con los propugnadores de la guerra popular prolongada o revolucionaria, e incide en el tipo de organización a construir y en el tipo de militante a formar.
La columna del ELN se encontró, entonces, aislada de las masas por la ausencia de un partido o movimiento político capaz de ser el elemento de articulación o coordinación con el movimiento obrero, popular y campesino.
3. La guerrilla dirigida por el Che se convirtió, en un punto nodal en el desarrollo de la conciencia revolucionaria.
a) Revalorización del socialismo como objetivo estratégico de los explotados y oprimidos. Ñancahuazú fue el inicio de la transición de una forma de pensar a otra en el movimiento obrero y popular, fue el comienzo de la ruptura con el "nacionalismo revolucionario" burgués del MNR y de identificación con la ideología socialista.
Entre la pequeña burguesía el efecto fue mucho mayor. Profesionales, universitarios, maestros y otros sectores no obreros del campo popular, recogieran el mensaje. En medio de un proceso de oligarquización del poder, la pequeña burguesía, en sus fracciones más de avanzada, empezó a percibir al socialismo como al proyecto capaz de liberarla de sus ataduras con el imperialismo y el capitalismo.
b) Teología y revolución. La guerrilla impactó al movimiento cristiano, principalmente católico, al promover las condiciones para el surgimiento y desarrollo de una práctica que identifica el pensamiento de Cristo con las necesidades de los más pobres y oprimidos.
Aunque la Teología de la Liberación no tiene sus antecedentes fundacionales en esta gesta, la entrega, sacrificio y mística con la que actuaron los guerrilleros del ELN, principalmente el Che, mostraron que entre cristianismo y marxismo no hay contradicciones insalvables.
Varios sacerdotes encontraron en la vida, pensamiento y muerte del Che, un mensaje de liberación, similar al que difundió Cristo. Cientos y miles de cristianos, asumieron una posición más radical respecto a los problemas cotidianos de la sociedad y encontraron en su decisión de levantar las armas, como el guerrillero Néstor Paz Zamora, el camino hacia una sociedad justa, plena e igualitaria económica y socialmente.
c) Un pensamiento latinoamericanista y antimperialista. Ernesto Guevara, se convirtió en el símbolo de la resistencia de los pueblos de América Latina a "la otra América", como llamaba José Martí al imperialismo norteamericano.
El asesinato del Che terminó de sellar ante los obreros, campesinos y pobres de las ciudades de este continente, la línea latinoamericanista y antimperialista que luchadores y pensadores como Martí, Bolívar, Sandino, por citar a los más importantes, se encargaron de alimentar en sus luchas.
d) La identificación del enemigo. El movimiento obrero, popular y campesino pudo percibir que los combates en Ñancahuazú en realidad fueron una manifestación de la pugna de dos proyectos diferentes para organizar la sociedad, el Estado y la economía.
Por un lado, los revolucionarios, que buscaban sentar las bases de una sociedad en la que el hombre, como ser colectivo, sea el eje central del desarrollo; y por otro, los defensores del orden establecido que perseguían garantizar la explotación del hombre por el hombre ( en realidad de una clase por otra).
Los trabajadores del campo y la ciudad, aunque en ritmos distintos, identificaron con más claridad a sus enemigos, y las vías para infringirles una derrota de carácter estratégico.
e) El surgimiento de un pensamiento revolucionario guevarista. El Che nunca aspiró a convertirse en el referente de las luchas populares en América Latina, pero su consecuencia, entrega y esperanza en un mañana mejor, lo han colocado como el símbolo de la revolución.
Con toda seguridad que el Che, al igual que Marx, jamás quiso que sus seguidores utilicen su nombre para caracterizar a una corriente revolucionaria, porque solo los fieles ponen a sus religiones el nombre de sus profetas. Sin embargo, hay derivaciones que van más allá de la voluntad de los individuos.
Surgió en América Latina un pensamiento y práctica "guevarista" que se constituye, vaya lección para sus adversarios y verdugos, en arsenal de las luchas populares y del movimiento revolucionario latinoamericanista y en factor de unidad entre los combatientes latinoamericanos.
4. En este punto haré referencia a la personalidad del Che, es inevitable, pero sin ignorar a otros guerrilleros.
a) Hablar del Che, aún desde la distancia, es extremadamente difícil ya que existe el riesgo de omitir una serie de facetas que colocan su recuerdo en el campo de la inmortalidad.
El Che nos da muestras de la gran perseverancia con la que actuó y Su conocimiento de la mayor parte de los países del continente le hizo concebir, entre sus más grandes sueños, la construcción de la gran Patria Latinoamericana.
Empeñoso, decidido y valiente se incorporó al Movimiento 26 de Julio, para liberar a Cuba, un país que a la postre iba a tenerlo como a su hijo más entrañable.
El Che es ejemplo de coraje, estudio, cautela y entrega cuando tuvo que asumir la conducción de una columna en la Sierra Maestra, reto que empezó a forjar al estratega militar y político jamás visto en los últimos años. A la vez, testarudo y porfiado cuando tuvo que aprender economía y matemáticas para aportar a la revolución cubana. El espíritu de optimismo, confianza y alegría acompañó al Che en todas sus acciones.
Pero quizá lo que mejor lo caracterice es su profundo humanismo, su inquietud al saber que millones de hombres, mujeres y niños vivían en la más absoluta tiniebla, desesperanza e incertidumbre del futuro. Respetó a sus enemigos en condición de presos, se opuso a la ley de la selva para desarrollar la guerra revolucionaria, y comprendió que el amor al hombre y a la humanidad era lo que permitía entregar todo por la revolución, hasta la propia vida.
b) Simón Cuba. Aunque muy poco se ha escrito sobre él, se sabe que fue un combatiente ejemplar.
Cuba era un sencillo trabajador minero, que desarrolló una gran sensibilidad y se puso al servicio de los intereses estratégicos de su clase.
No pudo ser indiferente a los padecimientos de hambre, miseria y desesperación con la que su esposa e hijos sentían que estaban muertos en vida.
Aunque no tenía una formación intelectual, asimiló las enseñanzas de la revolución cubana y del pensamiento revolucionario del Che.
En justicia, Simón Cuba debería ser más recordado.
5. Varias son los aportes de la guerrilla del 67, entre los que podemos resaltar:
a) La necesidad y la posibilidad de la revolución. A pesar de los cambios vertiginosos que se vienen operando en un mundo unipolar hegemonizado por los Estados Unidos, la miseria y el hambre de millones de latinoamericanos y bolivianos está lejos de desaparecer. Son cada vez más los hombres y mujeres víctimas de la concentración de la riqueza y la centralización del poder de la burguesía en sus fracciones hegemónicas.
Con el derrumbe del bloque socialista nada ha cambiado para los obreros, trabajadores y pueblos originarios, y los sucesos de México, Argentina y Venezuela, por solo citar a los más importantes, parecen ratificar la necesidad y la posibilidad de la revolución social. Las grandes transformaciones en el mundo, nos guste o no, siempre han ocurrido con violencia.
El neoliberalismo es el proyecto burgués de fines del siglo XX, pero es casi seguro que el socialismo, entendido ahora como la articulación de lo obrero, popular y originario, será el proyecto al que marche la sociedad en el siglo XXI.
b) La necesidad de contar con un ejército revolucionario. Pasando por la "política del garrote", la "doctrina de la Seguridad Nacional", hasta llegar a la "Guerra de Baja Intensidad", el imperialismo norteamericano se encarga de enseñarnos que la liberación de Latinoamérica sólo será posible cuando los explotados y oprimidos sean capaces de construir un ejército revolucionario para emprender, de forma ininterrumpida, el camino de la revolución.
Las intervenciones imperialistas, abiertas y encubiertas, en Nicaragua, Granada, Panamá, El Salvador, Colombia y Bolivia no hacen más que ratificar, la necesidad de que obreros, campesinos, pobres de las ciudades y originarios, se organicen y preparen para formas superiores de lucha.
c) El rol del movimiento campesino. La situación de explotación que tienen que enfrentar los trabajadores del campo, la opresión cultural de los pueblos originarios, las diferencias entre el campo y la ciudad, muestran un escenario donde se presentarán explosiones sociales de gran envergadura, con vanguardias políticas o sin ellas.
En su obra "La Guerra de Guerrillas", el Che sostiene que "en la América subdesarrollada el terreno de la lucha armada debe ser fundamentalmente el campo", situación que a pesar del "desarrollo capitalista", no ha cambiado después de 26 años del asesinato del Comandante de América.
d) El internacionalismo revolucionario. No importa dónde puede encontrarse uno, no importa que nacionalidad nos haya sido impuesta, por encima de todo, mientras existan pobres y oprimidos en cualquier parte del mundo, habrá una convocato ria para que prestemos nuestro concurso revolucionario.
Esta es ciertamente una de las enseñanzas más rescatables que nos legó el Che y de la que los revolucionarios de Bolivia y América Latina tenemos que aprender.
e) La solidaridad. Sería muy difícil entender la disposición a morir por algo superior, sino rescatamos los profundos gestos de solidaridad que cada día expresaba el Che, y que se convierten hoy en una de sus lecciones todavía no terminada de comprender.
En estos momentos es cuanto más debemos ser solidarios entre todos los oprimidos y explotados del mundo y el continente; es cuanto mayor solidaridad tenemos que poner de manifiesto con la revolución cubana por la que el Che estaba dispuesto a dar su vida.